Agua corriente para Santiago

19 de Agosto de 1891

Se firma la Ley que autoriza la provisión de aguas corrientes potables a la ciudad capital. A pesar de este decisivo avance a favor de la salud pública santiagueña, la mayor parte de los propietarios de inmuebles erigidos en el ejido urbano, prosiguieron abasteciéndose del agua que proveedores ambulantes, los Aguateros, recogían del Río Dulce, transportándola por las calles de la ciudad en un tonel montado en un carro de tracción a sangre, la que era vendida a razón de un balde diario por $ 0,50 mensuales.

A su vez la usina eléctrica, propiedad de O. Sermmelack y administrada por Guillermo Frankel, vendía el agua del pozo semisurgente de su pertenencia al precio mensual: $1, un balde de 9 litros por día; $ 1,50 dos baldes de igual capacidad, diarios; y $2 por tres baldes de idéntica cabida a los antedichos y también cotidianos, nos cuenta el Dr. Vicente Oddo, en su libro: Historia de la medicina en Santiago del Estero.

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