Ocre (1925)
No las grandes verdades yo te pregunto, que
No las contestarías; solamente investigo
Si cuando me gestaste, fue la luna testigo,
Por los oscuros patios en flor, paseándose.
Y si, cuando, en tu seno de fervores latinos,
Yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro
Te adormeció las noches, y miraste en el oro
Del crepúsculo, hundirse los pájaros marinos.
Porque mi alma es toda fantástica, viajera,
Y la envuelve una nube de locura ligera
Cuando la luna nueva monta al cielo azulino.
Y gusta, si el mar abre sus fuertes pebeteros,
Arrullada, en un claro cantar de marineros
Mirar las grandes aves que pasan sin destino.
Río de la Plata en arena pálido (1934)
¿De qué desierto antiguo eres memoria
que tienes sed y en agua te consumes
y alzas el cuerpo muerto hacia el espacio
como si tu agua fuera la del cielo?
Porque quieres volar y más se agitan
las olas de las nubes que tu suave
yacer tejiendo vagos cuerpos de humo
que se repiten hasta hacerse azules.
Por llanura de arena viene a veces
sin hacer ruido un carro trasmarino
y te abre el pecho que se entrega blando.
Jamás lo escupes de tu dócil boca;
llamas al cielo y su lunada lluvia
cubre de paz la huella ya cerrada.