El por entonces prisionero Nazario Benavídez, quien fuera en 4 oportunidades gobernador de la Provincia de San Juan desde 1836, había tenido su último mandato entre el 18 de marzo de 1857 y el mes de abril del mismo año. Hacia la noche del 23 de octubre los benavidistas que seguían fervientemente al caudillo ganaron posiciones en la carcel, en busca de liberar a su líder, logrando parcialmente su cometido ya que aunque no fue esto una sorpresa para las fuerzas penitenciarias, no lograron frenar el primer objetivo. Cuando emprendán la huída junto a varias decenas de presos también liberados, fue el coronel Domingo Rodríguez que se topa con Benavídez, el cual aún continuaba con el grillete en los tobillos y lo ultima disparándole en el pecho a quemarropa, para no satisfecho con esto, termina el asesinato enterrándole la bayoneta en el corazón. Cuentan que lo arrojaron por la ventana y su cuerpo fue víctima de varias vejaciones, como lo relata el diario "El Nacional" de Buenos Aires:

"El general Benavidez medio muerto fue enseguida arrastrado con sus grillos y casi desnudo precipitado desde los altos del Cabildo a la balaustrada de la plaza donde algunos oficiales se complacieron en teñir sus espadas con su sangre atravesando repetidas veces el cadáver, profanándolo, hasta escupirle y pisotearlo..."

Luego la provincia sería intervenida, llegaría Derqui para tal caso, que luego tomaría carrera para llegar a la presidencia años más tarde el 5 de marzo de 1860.
El lugar del hecho donde quedó el cuerpo de Benavídez es el mísmisimo punto donde hoy se levanta la fuente en la Plaza 25 de mayo de la ciudad de San Juan.